Óscar sigue soñando… tú haces que sea posible

Cada mañana, cuando el reloj marca las 6:30 am, Óscar Marroquín ya está en pie. Con paso firme y una sonrisa, recorre las calles de la ciudad vendiendo piñas dulces. Su jornada puede durar hasta 13 horas, todos los días… excepto los sábados. Ese día lo reserva para algo muy especial: estudiar.

Óscar cursa segundo básico. A veces le duele saber que debería ir más avanzado, pero no se rinde. El año pasado tuvo que abandonar el colegio por falta de dinero. Sin embargo, gracias al apoyo de Fundasol y de muchas personas generosas, hoy ha podido retomar sus estudios. Incluso pudo pagar la deuda del ciclo anterior. Su sueño es claro: terminar el colegio y trabajar en McDonald’s.

Vive con su mamá y dos hermanos mayores, de 26 y 36 años. Todos trabajan y comparten los gastos. A veces, su hermana María lo acompaña a vender. Juntos alquilan una carreta por Q25 diarios, compran la fruta y caminan hasta venderla toda… o casi toda. En los días difíciles, cuando no se vende, deben pagar otros Q25 para guardar la piña y la carreta en un parqueo.

Hay jornadas en las que comen un poco más, y otras en las que solo cenan. Aun así, cada noche Óscar siempre hace sus tareas.

Los domingos, su rutina empieza aún más temprano. Camina dos horas desde el mercado La Terminal hasta la zona 14, para ubicarse en la Avenida de las Américas. Es un recorrido largo, pero lo hace con esperanza.

Óscar y su familia son católicos. Su mamá y hermanos han recibido el bautismo, pero él aún debe prepararse para recibir los sacramentos de iniciación cristiana. Estudiar, trabajar y crecer en la fe son los pilares que lo sostienen.

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